Érase una vez, un pintor de abanicos valenciano...

Nació en Valencia a principios de 1887 en el seno de una familia en la que abundaban los artistas plásticos (pintores, escultores, etc.). De hecho, él mismo de joven se dedicaba a pintar abanicos. Pero su espíritu aventurero y (cómo decía él mismo en una entrevista) chirigotero, le hizo lanzarse además al mundo de la farándula. Hizo de actor en un teatro modesto de Valencia y, viendo que el chico destacaba, lo contrataron en el Teatro Apolo de la misma ciudad como “corista meritorio”. Al fallecer su padre, en 1904 se fue a Barcelona con parte de su familia. Y fue allí donde conoció a Teresa Pallarol, una vecina suya con quien se casó el día 30 de diciembre de 1911. Vicente tenía 24 años.

Ignoro en qué trabajó en Barcelona, pero sé que, cuando le surgió la oportunidad de trasladarse a París con su esposa, su madre y su hermana Manolita, no desaprovechó la ocasión. Allí debió trabajar, entre otras cosas, como dibujante de abanicos o caricaturista. Esta última especialidad la conservó toda su vida, atrayendo la curiosidad de los periodistas que le entrevistaban y a los que él les hacía su caricatura, así como a sus propios compañeros de canto.

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